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Vigilar con el tipo de elogios

Elogiar los éxitos se puede y se debe hacer, pero ¿De qué manera?

 

Dweck (2019) muestra un estudio donde a cientos de alumnos adolescentes, les daban diez problemas razonablemente difíciles de un test de inteligencia sin palabras.

     Los alumnos lo hicieron bastante bien, y cuando terminaron los elogiaron de manera diferente. A unos los

     elogiamos por su habilidad. Se les dijo: <<¡Vaya, acabas de sacar [digamos] un 8! Muy buena nota. Se ve

     que se te da bien esto>>. A otros los elogiamos por su esfuerzo: <<¡Vaya, acabas de sacar [digamos] un 8!

     Muy buena nota. Se ve que has trabajado muchísimo>>. No les hizo sentir que tuviesen un don especial, se

     los alabó por hacer lo necesario para tener éxito. Para empezar, los dos grupos eran exactamente iguales,

     pero justo después del elogio empezaron a diferenciarse. Como nos temíamos, el elogio a la habilidad

     metió a los alumnos directamente en la mentalidad fija, de la que mostraron también todos los síntomas:

     cuando les dimos a elegir, rechazaron una nueva tarea retadora de la que podrían aprender. No querían

     hacer nada que pudiera sacar a la luz sus defectos ni poner en duda su talento. Cuando se elogió a los

     alumnos por su esfuerzo, el 90% de ellos quería una nueva tarea estimulante. (p. 89)

Normalmente se cree que elogiando las habilidades, elogiando el cerebro y el talento se ayuda a mejorar la confianza de los/las niños/as y en realidad tiene el efecto contrario. Brummelman (2015) señala que con la intención de aumentar la autoestima, dependiendo de cómo se elogien los niños, se puede dar un efecto contrario elevando sin darse cuenta los niveles de narcicismo. De esta manera en vez de promover que se fijen en lo que pueden mejorar de ellos mismos pueden pensar que son más especiales que los demás y por lo tanto fomentar una mentalidad fija. Un exceso de alabanzas puede hacer que los niños teman decepcionar a sus padres, y podría crearles una actitud enfermiza hacia el fracaso.

Así pues, los elogios se tienen que alejar de la admiración por la inteligencia y el talento y dejar sitio para aplaudir el esfuerzo y los éxitos siempre que después se hable sobre cómo se ha conseguido llegar hasta ellos, enseñando a analizar los errores, a disfrutar con el esfuerzo y a seguir aprendiendo.

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A continuación, se puede ver una lista de ejemplos de elogios que se tendrían que evitar si se quiere promover una mentalidad de crecimiento:

Tienes tanto talento…

Eres un deportista nato…

¡Te lo has aprendido muy deprisa! ¡Pero qué lista eres!

¡Qué bien! No has cometido ningún fallo.

Qué súper dibujo ¿A que puede ser el próximo Dalí?

Qué genial eres, has sacado un excelente sin estudiar siquiera.

Eres tan lista…

¡Excelente! Hiciste un gran trabajo ¡Qué inteligente!

Eres un genio. 

Eres muy lista, lo sabes tanto tu como nosotros, así que deja de preocuparte, vas a clavar el examen de sobras. 

¿Lo ves? Te dije que sería fácil, puedes con todo.

Buen trabajo. Te felicito. Conseguiste superar el reto y sin esfuerzo.

¡Eres increíble! Seguro que eres el/la mejor de la clase.

Con este tipo de elogios se da a entender que para ser listo se tiene que ser mejor que los demás, aprenderse las coses deprisa, hacerlo perfecto y no esforzarse en estudiar, ya que si no se podría pensar que no se tiene talento alguno.

A continuación, se puede ver una lista de buenos ejemplos de elogios para promover una mentalidad de crecimiento según Dweck (2019):

Has buscado las estrategias, has perseverado en ello, has intentado toda clase de soluciones y al final lo has dominado.

Me gusta que hayas intentado toda clase de estrategias con esos problemas hasta que al final los has resuelto. Has pensado en muchas formas diferentes de hacerlos, ¡y has encontrado una que funciona!

Me gusta que te hayas metido tanto en ese trabajo tan difícil. Se necesita mucho trabajo: hacer la investigación, diseñar el aparato, comprar los elementos y construirlo. ¡Vaya!, vas a aprender un montón de cosas estupendas.

Ya sé que el colegio te parecía fácil y que te sentías como el chico listo todo el rato. Pero la verdad es que no estabas desarrollando todo tu potencial. Estoy encantada de que te esfuerces tanto ahora y de que trabajes para aprender cosas nuevas.

Esos deberes eran muchos y muy complicados. Admiro de veras la manera que has tenido de concentrarte y de acabarlos.

Esa pintura tiene unos colores preciosos ¿Cómo los has elegido?

Te has pensado mucho esta redacción. ¡Enhorabuena!

¡Felicidades! Te has esforzado muchísimo y así has conseguido resolverlo.

Sólo de esta manera los/las alumnos/as sentirán la confianza en sí mismos/as para continuar trabajando en el desarrollo de su potencial.

No se trata de decir “sí que eres inteligente”, poner el foco en la inteligencia, sino “se trata de aprender, de ser cada vez más inteligente”.

¿Y qué pasa si un alumno hace una tarea rápida y perfecta sin esfuerzo alguno?  Según Dweck (2019) se le tiene que negar el elogio “Cuando ocurre algo así, yo digo: Anda, creo que esto era demasiado fácil, perdona que te haya hecho perder el tiempo. ¡Vamos a hacer algo de lo que puedas aprender de verdad! (p. 218).

​© 2019 Creado por JÚLIA OLLÉ LLOP

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